Post Semanal

7 junio 2020

Por definición, el perdón es la forma que tiene el corazón de curar las inevitables heridas y decepciones de la vida.

Los seres humanos basamos nuestras relaciones en la reciprocidad. La generación de daño hacia una persona, rompe esa relación recíproca y nace un concepto de injusticia percibida por parte de la persona dañada. Esto produce emociones de separación como son, decepción, ira, odio o rencor.

Estas emociones son de las más difíciles de gestionar y en demasiadas ocasiones, se quedan enganchadas dentro de nosotros de forma que cada vez que alguna situación o alguien nos recuerdan a la persona que nos hizo daño, vuelven a desplegarse en nuestro interior.

Por esto, el no perdón hace que estas emociones dominen nuestra vida. Las emociones de odio, de ira y de rencor, hacen que la persona que las siente tenga altos niveles de cortisol en sangre y todos sus efectos negativos que para nuestro organismo tiene.

¿Cuáles son los efectos de un nivel alto de Cortisol en nuestro organismo?

  1. Tensión física. Generalmente, hay presencia de tensión y contracturas musculares, cansancio permanente o agotamiento, presión torácica, taquicardia y sudoración, palpitaciones e hiperventilación.
  2. Malestar digestivo. Falta de apetito o hambre desmesurada, problemas estomacales (náuseas, malas digestiones…).
  3. Alteraciones de la piel u hormonales. La piel responde mal a las situaciones de estrés y agudiza problemas como el acné o la alopecia. También son corrientes alteraciones hormonales como la amenorrea y la infertilidad.
  4. Mente agotada. La persona estresada suele dormir mal, le cuesta conciliar el sueño o se despierta al cabo de poco tiempo. Esos estados de vigilia o de alerta crónicos acaban afectando a la capacidad de concentración durante el día y nos generan pérdida de memoria.
  5. Cambios de humor. En cuanto a los cambios en el comportamiento, destacan una irritabilidad constante, que cuesta controlar, falta de sentido del humor y unas ganas de llorar aparentemente infundadas.

Además, cuando decidimos no perdonar a alguien, el recuerdo de esa persona y las emociones que nos trae, hará que se generen una serie de emociones secundarias como son tristeza, soledad, frustración. Estas emociones de forma continua hace que nuestra vida sea muy difícil de sostener y cualquier situación difícil que se nos plantee, pueda terminar con nuestra estabilidad emocional. Nuestros niveles de resiliencia son muy bajos.

El perdón es la libertad de una prisión interior. Nos libera de estas emociones de forma definitiva y hace que podamos vivir una vida feliz, a pesar del daño sufrido. El pasado debe informarnos pero no debe condicionar nuestro futuro.

Recuerda que el perdón no es un regalo para el que hizo daño, todo lo contrario, nos libera de una rumiación enfermiza.

El perdón no significa reconciliación;  es un proceso de dejar ir, no de excusar al otro. Puedes perdonar a alguien y decidir no volver a tener contacto jamás, incluso puedes personar a alguien ya fallecido.

Perdonar no minimiza el daño, no deja impune; es una elección para seguir adelante, a pesar del daño sufrido.

En Mindfulness trabajaremos el perdón en tres vías diferenciadas: El perdón a nosotros mismos por el daño que hemos hecho a los demás, el perdón a nosotros mismos por el daño que nos hemos producido y el perdón a los demás por el daño que nos han producido a nosotros.

Se trabaja a través de una meditación profunda y dinámicas no fáciles de afrontar. El perdón es de valientes y recuerda, que es un acto de amor profundo hacia ti mismo.

Las resistencias que encontrarás son grandes, porque tenemos la sensación de que si perdonamos, damos impunidad al que nos hizo daño, pero no es cierto. Cuando eres capaz de ir liberándote de estas personas, vas notando como la vida coge un color diferente para ti y el olvido hacia ellos, es real y definitivo.

También es muy importante el perdón hacia nosotros mismos. Las culpas que vamos acumulando nos acompañan de forma invisible, influyendo en las relaciones que tenemos con los demás, en las decisiones que tomamos y en los pensamientos limitantes que tenemos. Trabajar el auto perdón, te libera de este lastre, tomando conciencia de tus errores, de su aprendizaje pero sin que se conviertan en un castigo de por vida. El poder que tienen sobre nosotros estas culpas es mucho mayor de lo que imaginas y el poder ir eliminándolas te hará mucho más libre y capaz de subir tus niveles de auto estima.

Debemos trabajar el perdón despacio, poco a poco, porque nuestra mente y nuestro corazón, a veces no está preparada para perdonar algo o a alguien. Debemos empezar con cosas pequeñas e ir subiendo el nivel de daño recibido para trabajarlo.

Recuerda que cuando trabajas el perdón, se hace de forma gradual. Una sesión de meditación no será suficiente para perdonar determinados actos. Debes decidir trabajar en perdonar a alguien y durante varias sesiones, traerlo a tu atención para poder hacerlos. Si encuentras muchas resistencias y ves que no estás listo, cambia y deja a esa persona para otro momento.

Además, recuerda que puedes perdonar a alguien y por circunstancias de la vida, puedes volver al no perdón.

Lo importante es que tengas presente, que el perdón te libera a ti, te cura a ti, y el mantener estas emociones de rencor hacia alguien, son un enemigo que debes intentar eliminar cuando puedas.

Tomando conciencia, viviendo en coherencia.

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