Post Semanal

12 julio 2020

Descubriendo el Silencio.

Uno de los pilares del trabajo en Mindfulness es el silencio.

Nos pasamos la vida en busca de una felicidad imaginada, idealizada, en un mundo lleno de ruido. Este ruido continuo que permanece en nuestras mentes, no nos deja apreciar la belleza que la vida nos ofrece a cada instante.

Cuando practicamos volver al momento presente, a los sentidos y a la respiración, estamos abriendo un espacio al silencio mental en nuestras vidas.

Solo el silencio de la mente nos permite no caer en el torbellino de pensamientos que nos separan y nos aíslan de las maravillas de la vida.

La plena consciencia es la práctica que silencia el ruido de nuestro interior, sin ella, nos dejamos arrastrar por nuestros pensamientos, bien sea por sufrimiento del pasado o por preocupaciones del futuro. Así, la vida se convierte en pura rutina, y nos mantiene en una permanente búsqueda de algo que nos haga más felices.

Cuando el silencio de la mente y la conciencia llegan, es como una campana que al sonar, nos hace detenernos y escuchar el silencio, como una dimensión del sonido.

El silencio nos hace estar en cada actividad que hacemos en conciencia. Por cultura, solemos tener mucho ruido a nuestro alrededor, aunque estemos en un espacio solos. Es muy importante, para poder hacer las cosas de una forma consciente, hacerlo con silencio, donde la conciencia se imponga al ruido mental y la distracción.

Esta sociedad, en la que estamos completamente atentos a pantallas, personas, y un exceso de información permanente, nos pone muy difícil crear espacios de conciencia en nuestro día a día. Hemos de buscar esos espacios, donde hagamos determinadas actividades de forma consciente.

Practicar el silencio para vaciar tu mente de ruido interior no es difícil, solo es cuestión de práctica. Cuando surge el silencio, puedes caminar, estar sentado o disfrutar de la comida. Este silencio te da una libertad absoluta que te permite disfrutar de estar vivo y apreciar todas las maravillas de la vida.

La mayoría de nuestras preocupaciones cotidianas, tienen que ver con las necesidades materiales y afectivas, y es lógico, porque para sentirnos seguros debemos tener cubiertas nuestras necesidades básicas. Pero lo cierto, es que nos preocupamos de muchas más cosas secundarias que en realidad no son necesidades básicas en sí. No pasamos hambre, tenemos un techo, tenemos familia y con ella amor.

Por otro lado, hay una serie de necesidades que no solo no cubrimos, sino que ni siquiera nos planteamos.

Preguntas como ¿Qué quiero hacer en mi vida? ¿Por qué estoy aquí? ¿Quién soy en realidad? Esto no son preguntas filosóficas, si no logramos responderlas, nuestra mente no estará en calma ni encontraremos la felicidad, porque la felicidad no es posible sin paz y si no le encontramos un sentido a nuestra vida, no estaremos en paz, por mucho que tengamos.

La Plena conciencia que encontramos en el silencio nos ayuda a hacernos este tipo de preguntas y a encontrar respuestas en el camino de la vida.

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