Post Semanal

3 enero 2021

Este año le doy la vuelta al jamón…

Esta frase se dice comúnmente cuando llegas a los 50 tacos y si amigos, este año llego a esta edad tan redonda.

En plena pandemia, sin posibilidad de hacer el fiestón con el que había soñado y con la incertidumbre de un tercer rebrote que nos amenaza en cuanto terminen las fiestas navideñas, voy derecha y sin frenos a mi cincuenta cumpleaños.

Hay muchas personas que ponen cierta resistencia a cumplir años, sin embargo yo soy de las que le gusta ser consciente de la suerte que tiene por cumplirlos. Probablemente sea porque la vida me ha hecho testigo de personas queridas y jóvenes que fallecieron antes de lo esperado por naturaleza y jamás me he sentido mal por cumplir años.

Cada año tengo la sensación de que soy un año más sabia, un año más afortunada, un año más completa y sobre todo, un año más coherente.

Después de un montón de años sumida en un proceso de crianza intenso, por ponerle un nombre neutro a esa época de la vida en la que no eres, solo haces, estoy en un momento mucho más dulce de la maternidad. Paradójicamente convivo con tres adolescentes y disfruto cada día de todo lo que me aportan, que es mucho y bueno. Esa frescura, esas ganas de reír, esa capacidad de desconectar, esas inquietudes de aprender, de alguna forma, se me contagian y tienen un efecto antioxidante brutal en mi.

En estos años vividos, he conocido el amor en todos sus lados y por supuesto, el desamor . Este sentimiento me ha mantenido viva, expectante, atenta y sobre todo, me ha hecho vibrar en cada una de mis emociones asociadas a él, tanto es así que al final entendí que el verdadero amor es aquel que puedo dar yo, en primer lugar, a mi misma y después a los demás. A partir de ahí, te queda recibir, recibir amor en diferentes formas y es tanto el amor que nos rodea, que en ocasiones me siento completamente abrumada.

La familia pasó por todas sus fases clásicas de una vida, donde al principio lo era todo, luego pasó a un segundo plano en pro de mis amigos y luego volvió en toda su esencia e importancia. Ahora la familia es uno de mis pilares, es la base de mi existencia y del sentido de mi vida y a mi personalmente, me ha tocado una familia insuperable.

Si hago balance podría reprocharme cosas, he cometido muchos errores, supongo que como la mayoría, pero cada uno de esos errores, me ha enseñado y me han convertido en la persona que soy. No me he cuidado todo lo que podía, especialmente en determinadas épocas donde me sentía bastante desconectada de mi propia persona y ello, seguramente me ha pasado algún tipo de factura, pero no me guardo rencor. En este precioso camino que es la vida, he descubierto que la perfección o mejor dicho, las ganas de ser perfecta son altamente perjudiciales para mi salud mental y física y por lo tanto, he aprendido a perdonar mis errores y mis auto-abandonos puntuales.

He entendido y aceptado que hay gente que no me quiere, he entendido y aceptado que hay personas a las que no les gusto, ni personal ni profesionalmente y sobre todo, he dejado de esforzarme en intentarlo. La conexión entre personas es muy compleja, se trata de infinitas conexiones neurosensoriales que por mucho que te arrastres a cubrir las necesidades de otros, no se van a producir y no van a cambiar su opinión ni prejuicios sobre ti.

De la misma forma, he aprendido a no opinar donde no interesa mi opinión, sin acritud, con cariño y sobre todo, con un absoluto respeto a la libertad de elección de cada uno. Por suerte, tengo la oportunidad de expresarme en multitud de foros y allá donde percibo que no soy querida, no gasto ni un segundo de mi energía para intentar mostrar quien soy. Esto me hace libre, me permite ser yo misma sin presiones y sobre todo, me permite mostrarme tal y como soy, sin filtros.

La sensación de que alguien te quiere por como eres y no por lo que eres, es absolutamente maravillosa y cada día estoy más lejos de presentarme al mundo en una versión de estatus intelectual o profesional y más cerca de presentarme en mi versión más humana, sin más.

He aprendido a aceptar que el mundo es como es y que cada persona es fruto de sus creencias y sus circunstancias, por lo que intento no juzgar el comportamiento de nadie. En la vida me he encontrado personas impresionantes y personas con las que no encuentro ninguna conexión hacia mi, sin embargo, me trabajo para no emitir juicios de valor y respetar y valorar a todo el mundo por igual .

Hay personas que se pasan la vida buscando su propósito, el ikigai que dirían en Japón que viene a ser aquello que da sentido a tu existencia. Yo lo he encontrado y con mi propósito, no dejo de desarrollarme, de crecer, de acercarme a personas y sobre todo, de conocerme y entender que hago en este mundo de locos.

Este año le doy la vuelta al jamón llena de vida, de energía, de ilusiones, de propósito y sobre todo, de amor….

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