Esta semana te escribo desde Galicia, una mini escapada que he hecho de 4 días y que está siendo de un valor inmenso, para mis sentidos y mi mente.
El día a día lo vivimos con sensación de cierta rutina. Cada día, nos despertamos en la misma habitación, hablamos con las mismas personas, vemos el mismo camino al trabajo, nos relacionamos con la misma gente y aunque cada día es diferente, único y puede ser muy gratificante, es cierto que hay cierta sensación de rutina en nuestra mente.
Los fines de semana solemos hacer cosas diferentes, pero tampoco tenemos demasiado tiempo para alejarnos lo suficiente y desconectar del todo.
Las vacaciones, aunque sean cortas, nos dan la oportunidad de hacer un viaje. No tiene por qué ser un gran viaje ni a grandes distancias, tan solo, debe ser un lugar que te permita desconectar completamente de tus rutinas diarias y puedas tomar contacto con tu persona, en presencia, sin tus circunstancias y con una visión abierta a lo que puedas sentir.
Alejarnos de la normalidad es alejarnos de los sentimientos de hostilidad acumulados en nuestras obligaciones, familia, entorno… y esto nos hace sentir un cierto bienestar que nos predispone a ese encuentro con nosotros mismos.
Buscar espacios de naturaleza, nos hace aún más fácil este encuentro y si son espacios, donde te puedas permitir momentos de silencio y meditación, el sitio es perfecto.
En estas escapadas debes dedicarte a disfrutar del entorno, de las personas que lo componen, de los aromas, de los colores, de los sonidos y de todos los estímulos que te hagan conectar contigo mismo y desconectar de las circunstancias que rodean tu vida.
Son días para pasear, leer, escribir, reflexionar y meditar. No necesitas llenar tus días de actividad turística, tan solo son días para nutrirte del espacio donde estás y de tu presencia.
Preguntas poco frecuentes pueden venir a tu mente, como son: ¿me gusta la vida que tengo? ¿que cambiaría? ¿que quiero hacer con mi vida? ¿tengo algún proyecto ilusionante en mente? ¿que me apetece aprender, descubrir?
Estas preguntas solo nos salen en espacios de silencio y de calma y muchas veces, nos vienen a la mente porque ya tenemos una respuesta, sin buscarla, tan solo deja a tu mente tranquila que te muestre tus necesidades .
Nuestra actitud en estas escapadas debe ser una actitud curiosa, tolerante y de aceptación, todo está bien, no tengas miedo, suelta el control, no te resistas. Tan solo es un encuentro con tu persona y siempre es con un fin, cuidarte, quererte y acompañarte.
Puedes ir acompañado a este tipo de viaje, pero encuentra tus espacios de soledad… pueden ser preciosos.
Estoy en una aldea de Vimianzo, solo escucho el viento y las hojas de los árboles, huelo la hierba húmeda, veo mucha vegetación rodeando esta vieja casona y el cielo se abre y se cierra a su antojo para recordarme que aquí no hay un verano como el mío.
Todo es diferente, los pueblos, los caminos, las gentes, hasta los pequeños insectos que me invaden la pantalla del pc cuando escribo. Pero en esta diferencia que me sorprende y me hace perder la sensación de control, es donde aparezco yo, donde ordeno mis proyectos, mi mundo y mis obligaciones. Aquí tomo conciencia de todo lo que tengo y debo disfrutar cada día, cada instante, aquí tomo conciencia de la velocidad de mi vida y de la posibilidad de bajarla, aquí tomo conciencia de la persona que quiero seguir formando para dejar huella a las personas que se crucen en mi vida, aquí tomo conciencia de mi.