Esta semana hablamos de vergüenza, un sentimiento tan humano como desagradable que cuando nos toca sufrirlo, lo rechazamos de forma drástica y escondemos todas las emociones secundarias que trae con él . Este sentimiento se produce en el 100% de las personas en algún momento de la vida.
El principal anhelo del ser humano, es ser querido. Esto nos viene, por esa necesidad prehistórica de pertenencia a un grupo, desde nuestra parte del cerebro más primitiva.
Cuando hacemos algo que se sale de las normas establecidas en nuestros grupos de acción, cuando cometemos un error o sencillamente, cuando sentimos que no hemos cubierto las expectativas del resto del grupo, aparece la vergüenza.
Este sentimiento tienen una función muy determinada . Nos sirve para controlar la conducta, de forma que, el miedo a ser expulsado o rechazado, nos motiva para seguir las reglas del grupo.
Las emociones secundarias que produce se asocian a sentimientos de inferioridad y van acompañadas de una autocrítica muy destructiva.
Exiten dos tipos de vergüenza diferenciados
- La externa: Es lo que creemos que los otros piensan de nosotros.
- La Interna: Es lo inconfesable que tenemos nosotros mismos.
Este sentimiento, si está muy presente nos puede limitar en muchos aspectos de nuestra vida por cohibirnos y no mostrarnos tal y como somos. Esto nos hace sentirnos muy mal con nosotros mismos y en nuestra vida y debemos trabajarnos para ir superando esta emoción.
Todos cometemos errores y cuando nos sumimos en el sentimiento de vergüenza de forma muy significativa puede impedir tomar conciencia del aprendizaje que debemos llevarnos de estos errores y practicar el perdón con nosotros mismos. Este sentimiento nos limita en nuestro trabajo, donde no mostramos nuestras verdaderas capacidades, en nuestra vida personal, donde nos limita para llevar la vida que realmente queremos.
La respiración y mucho más importante, la meditación nos va a ayudar de forma determinante para superar este tipo de sentimiento. La conciencia plena nos ayuda a conectar con lo que somos y lo que hacemos y nos aleja del juicio externo para que no nos preocupe tanto.
Debemos ser objetivos y coherentes y aunque nos tropecemos, no es necesario este sufrimiento tan grande. Muchas veces, pensamos mucho peor de lo que en realidad piensan los demás. Debemos tener en cuenta que no podemos gustarle a todo el mundo, recuerda que al menos al 20% de la gente que nos vamos a encontrar no van a tener un buen concepto nuestro.
No podemos dejar que quienes somos dependa de lo que piensan de nosotros los demás.
Muchas veces, este sentimiento viene asociado a experiencias de la infancia desagradables en este sentido, la toma de conciencia nos puede ayudar a entender esta creencia nuestra y superarla. Ejemplo: adultos con la herida emocional de la humillación.
Reírnos de nosotros mismos es otra de las técnicas muy positivas para ir superando estos sentimientos. El sentido del humor nos hace quitar mucho del poder que tiene a esta emoción.
La timidez no es un problema en si, incluso la introversión tampoco. Tan solo debemos tomar conciencia de cómo somos, intentar entender por qué somos así y poco a poco, ponernos pequeños retos de superación ante este sentimiento que nos hagan ir superándonos y rompiendo este tipo de sentimiento limitante.
No te avergüences de ti, todos nos equivocamos, todos los seres humanos somos parte de una humanidad compartida en la que solo nos diferenciamos por nuestras experiencias. Recuerda que todos los seres humanos fallamos, pero la capacidad de amar y la intención de cooperar con el resto de los seres humanos es lo que te da el valor como persona, no tu nivel de perfección que en realidad, es un concepto intangible y completamente condicionado por las creencias de cada uno.
Tomando conciencia, viviendo en coherencia.