DIRECCIÓN COMPASIVA
Toda persona aspira a crecer de forma gradual durante su carrera profesional. Tras una formación para su cualificación inicial, comienza un viaje apasionante de crecimiento y aprendizaje continuos que le acompañará durante toda su trayectoria laboral.
A medida que se va adquiriendo experiencia, se va ascendiendo y las oportunidades se van abriendo paso hacia un desarrollo ascendente.
En función del conocimiento y de la actitud, este crecimiento será más o menos pronunciado pero la realidad es que a partir de la mediana edad, casi todo el mundo tiene sus metas más o menos establecidas y los que supieron aprovechar mejor las oportunidades si las tuvieron, llegaron más alto.
El camino está lleno de decisiones y de aprendizajes y en todos los puestos que vamos ocupando, siempre nos llevamos un millón de experiencias que nos servirán en todos los aspectos de nuestra vida y configurarán la persona que somos.
La jerarquía de las empresas establecen que hay un orden de mando desde arriba, desde la presidencia, descendente y llena de mandos intermedios que a su vez dirigen a personas de más bajo rango en la cadena de valor.
Para ir creciendo en esta jerarquía, así como para conseguir puestos de trabajo de cierta relevancia, el desarrollo profesional es cada vez más competitivo, pero desde hace ya bastantes años, el desarrollo de las llamadas habilidades blandas, es aún más importante.
Vivimos en una sociedad sobradamente preparada. Todos los jóvenes aspiran a ir a la Universidad y tras obtener algún grado, hacen un Master de especialización y hablan varios idiomas. Entonces, ¿en que se basan las empreas para elegir a una persona u otra para un puesto de relevancia?
Cada vez más, las habilidades blandas están presentes en los procesos de selección de las grandes compañias. Trabajo en equipo, empatía, adaptación, habilidades sociales son algunas de estas habilidades que si no se transmiten al profesional desde muy jóven, dificilmente estará preparado para afrontar un puesto con cierta responsabilidad con éxito.
Hoy día, la realidad en el mundo laboral nos habla de una generación sobradamente titulada y con una resiliencia muy escasa para trabajar bajo presión. Una sociedad donde los jóvenes lo tienen todo y donde valores como el esfuerzo, la tenacidad o la paciencia, se van perdiendo por la rapidez con la que se obtiene todo gracias a las nuevas tecnologías, han debilitado de forma considerable a una generación entera de jóvenes más preparados que nunca intelectualmente y menos emocionalmente.
Es una sociedad que va a toda prisa, huyendo del sufrimiento en la búsqueda incesante del logro y que cada vez se siente más vacía por dentro, más sola y donde el consumo de ansiolíticos y las enfermedades asociadas al estrés, son parte de nuestro día a día.
El sufimiento es algo inherente a la propia vida y por lo tanto, es algo inherente al trabajo. En todos los aspectos de nuestra existencia, tenemos momentos álgidos donde todo nos sale bien, donde las cosas funcionan y tocamos nuestros objetivos y momentos realmente dolorosos, donde se frustran nuestros sueños y sentimos que no hemos estado a la altura o sencillamente que la vida es muy dura.
Intentar esquivar este sufrimiento es absolutamente inútil porque nos sume en círculos de pensamientos en bucle que nos llevan a esas enfermedades asociadas al estrés y que son tan perjudiciales.
La compasión, entendida como la capacidad de percibir el sufrimiento, tanto el propio como el ajeno, así como tener la firme voluntad de intentar aliviarlo, es un arma poderosa en el mundo de la empresa. Los directivos entrenados en Compasión, no solo adquieren la capacidad de afrontar todo lo que viene desde un punto de calma crucial en la toma de decisiones, sino que son capaces de humanizar y acompañar a los seres humanos que conforman su equipo de manera que aquellos a los que dirija, se sientan valorados, tenidos en cuenta y sobre todo, se sientan tan importantes como sus propios directivos por el hecho de ser personas y ocupar un puesto de trabajo en esa compañía.
Esta habilidad es entrenable y por lo tanto, el tomar conciencia de esta habilidad y trabajar en su desarrollo, nos dará la oportunidad de brillar en nuestro puesto de trabajo, de dejar y legado profesional y lo más importante, dejar ese legado personal que nos hace únicos .
Tomando conciencia, viviendo en coherencia