¿Y si jugamos a humanizarnos?
Esta mañana, hablando con una amiga sobre algo tan natural como la menopausia de la mujer, me he dado cuenta de lo importante que es la conexión entre médico y paciente, para que un proceso tan natural como este, se viva como lo que es, como algo natural en la vida femenina, aceptando y paliando las posibles molestias que traiga o como una especie de trauma que trunca tu juventud, tu alegría de vivir y tus posiblidades para crecer y disfrutar de este proceso de madurez.
Reflexionando un poco en profundidad, llego a la triste conclusión de la gran deshumanización que hay en general en este mundo en el que vivimos. Nuestra conducta, cada vez más individualista, nos hace tener los ojos completamente cerrados hacia lo que nos rodea y somos incapaces de hacer algo útil por nuestro entorno, pasándonos el día mirándonos el ombligo y sin dejar espacio a que se desarrolle nuestra compasión, que no es otra cosa que tomar conciencia del sufrimiento ajeno.
Los seres humanos necesitan al resto de seres humanos para sobrevivir. Nuestro sistema de productividad laboral se basa precisamente en esto, en dar servicios al resto de seres humanos y sin embargo, estamos completamente cerrados a los demás y en vez de desarrollar una labor de servicio que cubra la necesidad de otra persona, realizamos el trabajo en una búsqueda de realización interna, que nos haga sentir que somos válidos, que lo hemos conseguido y que por lo tanto, merecemos esta posición en la vida.
Hemos perdido el norte, hemos desviado tanto el foco, que personas que se han pasado 25 años de su vida aproximandamente, formándose para ser útiles para el resto de personas, son completamente incapaces de conectar con aquellos a los que han de dar el servicio para el que se han preparado.
La deshumanización nos la han vendido como algo que nos endurece, que nos hace resilientes, que nos protege bajo una capa de dureza emocional del posible sufrimiento por nuestro caracter vulnerable y dependiente del resto de los seres humanos.
Que error, que falacia, esconder nuestra sensiblidad, nuestra emoción, nuestra esencia en definitiva nos aleja de la persona que somos y por lo tanto, nos aleja de toda posibilidad de ofrecer al mundo lo que tengo para dar y por lo tanto, nos aleja de la autenticidad que dará el sentido a nuestra vida.
Recuperar la sensiblidad, la empatía, la compasión, rescatar nuestra parte más humana no nos hace más débiles, nos hace más coherentes con lo que somos y lo que hacemos y lejos de producirnos más sufrimiento, nos dota de las herramientas naturales que traemos de serie para afrontar las situaciones difíciles de la vida, sin disimular, sin ignorar y aceptando y por lo tanto actuando sobre lo que tengamos que actuar.
Ya está bien, juguemos a humanizarnos, trabajemos en re conectar con los demás y sobre todo, saquemos nuestra mejor versión en aquellas cosas que tenemos para el mundo y que están esperando a que las demos. Solo así encontraremos esa realización personal que dará sentido a todo.
Tomando conciencia, viviendo en coherencia…