Esta semana mi propuesta es muy sencilla.
Ante las dificultades del día a día, solemos percibir amenazas de las personas que no nos tratan bien o no se portan con buena fe con nosotros. Estos comportamientos nos conectan con ese dolor que a veces tenemos sin curar en nuestro corazón, de cosas más importantes y eso nos hace tener la piel muy fina ante comentarios, comportamientos e incluso, pensamientos.
Cuando sientas esta sensación, cuando estés conectando con algo que te ponga en alerta con un posible «malo», te invito a pensar en lo siguiente:
Esto que me está pasando ¿qué peso va a tener al final de mis días?
En la mayoría de ocasiones, será completamente insignificante.
De esta forma, le quitamos protagonismo y peso a todo aquello que nos perturba y no nos permite caminar con ilusión en ese propósito tan necesiario para ser feliz.