Post semanal

19 febrero 2023

El sufrimiento del que soy testigo cada semana, no deja de enseñarme actitudes contraproducentes de esta sociedad.

Desde pequeños, se nos inculca una autoexigencia para cubrir las expectativas de las personas que nos rodean, que de por vida, se van a convertir en una especie de tortura por no sentirnos nunca suficientes.

Desde niños, siempre mirando hacia arriba, buscando la cara de aprobación de los padres y escuchando y lo que es peor, grabando en su cerebro aquello que les dicen, vamos estableciendo unos hitos de exigencia hacia nosotros mismos que jamás, jamás serán satisfechos.

En la edad adulta, si tienes la suerte de encontrar momentos de reflexión y crecimiento personal, puedes llegar a identificar esta pesada mochila y de alguna u otra forma, trabajar para aliviarla. Sin embargo, no dejo de recibir personas, devastadas por su propia vida, por su sensación de decepción en su proyecto profesional o de vida, por considerar que no han estado a la altura y con la sensación de que, han tirado por tierra, no solo sus vidas sino parte de las ilusiones de sus seres queridos.

Esto nos hace arrastrarnos día a día, a merced de lo que tenga que pasar, con la autoestima destruida y con una incapacidad absoluta para afrontar las situaciones difíciles.

El ser humano, en esta evolución tan espectacular que ha tenido a lo largo de su historia a nivel cerebral, creo que sencillamente no ha estado a la altura de su propia evolución y en una carrera constante por adaptarse a ella, nos hemos sumido en un nivel de inconsciencia que se nos ha ido de las manos.

Otras especies, mucho más sencillas, nacen, crecen, se reproducen y mueren y su instinto de supervivencia en sus cerebros, menos evolucionados que el nuestro, no dañan a sus crías, llenándoles de traumas desde edades tempranas. Les enseñan a sobrevivir, a cazar, a alimentarse y a proteger a los suyos.

El ser humano vuelca todas sus frustraciones, anhelos, sueños y decepciones en las siguientes generaciones, que no solo han de cargar con un mundo cada vez más destruido, sino que tienen que sobrevivir a la decepción permanente por parte de sus progenitores.

Las generaciones más jóvenes, lejos de encontrar el sustento y la enseñanza de sus mayores, encuentran prejuicios, intolerancia, discriminación y competencia por parte de las generaciones anteriores.

Los mayores, lejos de ver en los jóvenes el futuro de nuestra sociedad, los arrincona, les asfixia sin opciones de supervivencia laboral digna, los juzga sin adaptarse a los nuevos tiempos y sobre todo, no les abre la puerta a que exploren y se desarrollen bajo su propio criterio.

Esta sociedad que da culto al egoísmo de una forma tan feroz, es una sociedad destinada a la separación entre seres humanos y los que luchamos por recuperar esa humanización que nos hace fuertes, tenemos mucho en lo que trabajar.

El ser humano, cuando está en un mal momento, solo necesita de otro ser humano y la falta de consciencia, nos separa cada vez más de esta realidad.

Tú, que estás leyendo esto, humaniza tu entorno , personal y laboral y solo así, volverás a vivir en armonía. La soledad nos aleja de los que somos…

Tomando conciencia, viviendo en coherencia….

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