Esta semana exploramos para acercarnos a nuestra misión. Dos cuestiones son las que pueden ayudarnos en este sentido. Ponte un té calentito, un café o algo que te apetezca y te hagan encontrar un espacio de paz.
Toma tu diario y reflexiona por escrito:
¿qué amo hacer? No son cosas transcendentales, tan solo piensa en cosas que te hagan sentir bien cuando las haces.
Pueden ser cosas como cocinar, pasear, escuchar a alguien, prestar ayuda, hacer un deporte, hacer algo creativo o cualquier cosa que te venga a la cabeza que sientas que es de tus cosas preferidas.
¿qué puede necesitar el mundo de mí?
Esto no es una cuestión global, qué puede necesitar mi mundo de mí, mi familia, mis hijos, mi pareja, mis amigos, mis compañeros de trabajo, una persona determinada, mi barrio, mi ciudad….
En esta reflexión puedes individualizar todo lo que quieras, pero seguro que si piensas con cierta apertura, puedes hacer una lista de varias cosas.
Cuando tengas esas dos listas, haz un plan de acción. Conecta lo que amas hacer con lo que tu mundo puede necesitar de ti, y estarás iniciando un bello camino para el encuentro de tu misión.
Que lo disfrutes.