La dificultad que encuentro para una correcta gestión de mis emociones, tiene más que ver con las exigencias del entorno que con mi falta de inteligencia emocional.
Siendo conscientes de nuestro presente y de las emociones que nos acompañan, el mundo que nos rodea va a toda velocidad, nadie mira a nadie y todo el mundo exige a todo el mundo ser absolutamente funcional, independientemente de cómo nos encontremos.
Cada emoción requiere de espacios, de tiempo y sobre todo, de atención. Este mundo de locos en el que vivimos, no permite espacios, ni tiempo, ni mucho menos atención.
La conexión con nuestro cuerpo es una herramienta fundamental para darle esos espacios a las emociones, a que puedan expresarse y desplegarse, para así hacer su trabajo y poder equilibrarnos.
Hay muchas formas de llegar a nuestras sensaciones corporales y desde ahí, conectar con nuestras emociones.
El yoga, específicamente el yin yoga, las técnicas de respiración consciente, la meditación y determinadas técnicas de manipulación terapéuticas que trabajan a nivel fascial, pueden ayudarnos a conectar desde nuestras sensaciones, hacia nuestras emociones.
Conectar con nuestro cuerpo es algo muy mágico. Cuando trabajamos en esa conexión y aprendemos a escuchar a nuestro cuerpo, encontramos un canal de comunicación interno muy íntimo, muy amable y sobre todo, muy valioso.
Trabajarnos la sensibilidad a nivel corporal, nos reconcilia con nuestro interior, nos baja el miedo a la enfermedad y sobre todo, nos da la oportunidad de vivir con un poco más de coherencia.
Nuestro organismo, manda información de forma permanente a nuestro cerebro y trabajar esta conexión, nos da la oportunidad de mirarnos desde dentro, desde la emoción y desde una percepción interna que va por delante del pensamiento.
Cuando estamos conectados con el cuerpo, de alguna forma estamos más conscientes de nuestros sentimientos y el mundo que nos rodea, pierde fuerza para sacarnos de los estados de coherencia.
Conoce tu cuerpo, practica técnicas de conexión de forma habitual, pierde el miedo a su expresión y sobre todo, abraza tus emociones como el alimento del alma que son.
Tomando conciencia, viviendo en coherencia…