Aquel día, Isabel se levantó mejor que días anteriores. Tras algunos días sin poder dormir, por fin su cuerpo se habían rendido y tenía la sensación de haber descansado bien.

Jamás había sufrido de insomnio pero llevaba unos meses que, sin entender por qué, no conseguía dormir más de dos o tres días seguidos. Luego llegaba una difícil semana en blanco.

No tenía ningún problema grave pero es cierto que llevaba un tiempo con la sensación de vivir desbordada por su propia vida.

Un trabajo que no le gustaba demasiado, con un nivel de estrés enorme por la falta de organización de la empresa, unos hijos en edades cada vez más exigentes, poco tiempo o ninguno para cuidarse a sí misma y sobre todo, una sensación de vacío que le hacía sentir esclava de su propia vida.

Emocionalmente andaba algo irascible y en casa, parecía que todos la evitaban para que no hubiese conflicto.

Isabel se sentía atrapada en una vida donde nadie la consideraba, todo el mundo dependía de ella a su alrededor y sobre todo, donde no había espacio para lo que ella pudiera necesitar, de hecho, ya casi no sabía cuales eran sus propias necesidades. Tan solo se conformaba con encontrar algún momento de silencio para estar sola.

La autoexigencia personal y la necesidad de aprobación externa que convivían con ella, hacía que nunca sintiera que era lo bastante buena como mujer, como hija, como madre y como esposa y sin embargo, jamás bajaba la guardia y andaba todo el día intentando tener todo controlado, tanto en casa como en el trabajo.

Esto le hacía llorar con cierta frecuencia y últimamente, sentía que estaba permanentemente con una sensación de hastío con su propia vida.

Había pedido cita en su médico y aquí, se llevó un golpe de realidad que la dejó sin aliento. Depresión, aquella palabra le cayó como una puñalada profunda, aquella dolencia que había convivido con su madre desde siempre, y que de alguna forma, ella se había jurado que jamás lo haría con ella.

Ella que había luchado, que se había esforzado al máximo, ella que tenía un talante completamente diferente y sobre todo, ella que intentaba ser perfecta en todo, no podía caer en eso, en una depresión donde caen los tristes, los débiles, los que no luchan como luchaba ella.

Muchas personas piensan que la depresión es cosa de personas débiles y sin embargo, estados permanentes de estrés, pueden desencadenar alteraciones en nuestro estado de ánimo que terminen siendo una patología como la depresión.

La falta de cuidado personal, puede hacer que abandonemos todos los hábitos necesarios para mantener una buena salud física y mental y por mucho que luchemos por llevar nuestra vida hacia adelante, puede llegar un momento en el que nos hayamos metido de forma gradual, sin tener conciencia de ello en un problema más serio de salud mental

Tomando conciencia, viviendo en coherencia…