Fermín se levantó como cada día, con la sensación de apatía que, desde hacía ya varios meses le acompañaba.
Desde el largo confinamiento que vivió por el covid, sentía que la vida se había vuelto tortuosamente aburrida. Su empresa mantuvo el teletrabajo tras el confinamiento durante casi un año, y sin darse ni cuenta, Fermín estuvo 12 largos meses en la soledad más absoluta.
A pesar de ser un hombre que disfrutaba de su casa, de sus libros, la música y las buenas series, aquellos meses sin relacionarse prácticamente con nadie habían cambiado su vida por completo.
Antes del covid, no es que fuera la persona más sociable del mundo, ya que a sus 50 años, ya no tenía tanta energía para compaginar vida social y trabajo, pero la realidad era que desde el confinamiento, Fermín ya no tenía a nadie con quien quedar para ir a tomar algo, a charlar, a un concierto o cualquier actividad que lo sacara de su rutina.
Había días que prácticamente, los pasaba sin hablar con nadie y aunque el silencio nunca le había molestado, sentía que un vacío enorme le estaba inundando de forma definitiva.
Cada vez se sentía más inseguro en las pocas conversaciones que podía tener con alguna persona y cuando pensaba en cómo recuperar algo de su vida social, sencillamente, no tenía ni idea de cómo hacerlo.
La sociedad en la que nos movemos, no nos ayuda nada en este sentido y la sensación, es que cada persona va en sus cosas y no tiene tiempo de preocuparte por nadie que no sea su familia. Pero la realidad, es que hay mucha gente sola y de éstos, nadie se preocupa.
Ya no conocemos a nuestros vecinos, no nos relacionamos apenas con nuestros compañeros de trabajo y salvo nuestro círculo más íntimo, al resto del mundo ni lo vemos pasar. Esto nos impide abrirnos a conectar y conocer personas nuevas en nuestra vida y cada vez nos sentimos más solos y más incompletos.
El ser humano evolucionó desde su origen hacia esta necesidad de relacionarnos socialmente con las personas de nuestro entorno y esto va más allá del entorno familiar. Necesitamos afectos en nuestros entornos laborales y por supuesto, en nuestro entorno social.
Viajar contra natura en este sentido nos deprime y nos hace perder la ilusión por la propia vida por lo que hemos de recuperar ese contacto directo con las personas de nuestra vida, más allá del entorno familiar.
Los momentos de soledad elegidos son muy positivos para tomar conciencia de nuestra vida, nuestras necesidades y nuestro presente, pero por naturaleza, las relaciones sociales son cruciales para nuestra salud física y mental. Aunque pasemos por momentos desafiantes, tomar conciencia de la necesidad de tener relaciones sociables sanas y continuas nos ayuda a transitar mejor todo lo que nos toque vivir .
Tomando conciencia, viviendo en coherencia…