Nuestro cerebro, ese órgano donde almacenamos toda la fuente de nuestro conocimiento, actúa de forma instintiva con diferentes mecanismos de defensa que activan los estados de alerta.
El ser humano, necesita de la aprobación externa para sentirse seguro e integrado en sus círculos de actuación y por ello, tiene una resistencia psicológica a entender que los demás, difieran en su percepción de la realidad.
Sin embargo, la percepción de la realidad que tenemos cada uno de nosotros ante lo que nos ocurre, están completamente sesgada por nuestras creencias y nuestras experiencias. Lo que nosotros pensamos no es la realidad objetiva, sino que está fuertemente filtrada por lo que hemos validado y vivido desde pequeños.
Cuando nuestro cerebro percibe una opinión o visión diferente a la nuestra, de forma automática se conectan las alarmas de esa necesidad de aprobación externa y construimos una barrera de protección frente a esa persona que difiere de nuestra visión. Algunas razones comunes pueden incluir:
- Sesgo de confirmación: Las personas tienen una tendencia natural a buscar, interpretar y recordar información de manera que confirme sus creencias preexistentes. Esto puede llevar a la selección de información que refuerce nuestras opiniones y al rechazo de aquella que las contradiga.
- Identidad y pertenencia: Nuestra identidad está vinculada a nuestras creencias y valores. Aceptar opiniones divergentes podría amenazar esa identidad y hacernos sentir desconectados de aquellos que comparten nuestras opiniones. Por lo tanto, a menudo preferimos mantener la cohesión social al adherirnos a las opiniones del grupo al que pertenecemos.
- Miedo al cambio: Las opiniones y perspectivas diferentes pueden desafiar nuestras creencias fundamentales, generando ansiedad e incomodidad. La resistencia al cambio es una respuesta natural, ya que puede percibirse como una amenaza a la estabilidad y predictibilidad de nuestro entorno.
- Falta de empatía: La empatía, la capacidad de entender y compartir los sentimientos de los demás, puede ser limitada cuando no estamos expuestos a diversas perspectivas. Sin empatía, es más difícil entender y apreciar las experiencias y puntos de vista de los demás.
- Cognición social: Las personas tienden a agrupar información de manera simplificada para procesarla más fácilmente. Esta simplificación puede llevar a la formación de estereotipos y a la percepción de que las opiniones divergentes son amenazantes o incorrectas.
Superar estas barreras requiere un esfuerzo consciente y continuo para practicar la empatía, la apertura mental y la disposición a cuestionar nuestras propias creencias. La promoción de un diálogo respetuoso y constructivo también puede contribuir a fomentar la comprensión mutua.
Una vez más, el entrenamiento mental que realizamos en la práctica formal de Mindfulness, puede hacernos desarrollar esta capacidad de apertura y con ello, ampliar nuestra capacidad de aprendizaje y conexión con los demás.
Tomando conciencia, viviendo en coherencia…