Cada año por estas fechas, organizo un retiro experiencial, donde un grupo de alumnos se vienen a un lugar retirado de nuestras aulas y espacios de práctica, para sumergirnos en un fin de semana de práctica profunda y encuentro con las personas que conforman esta comunidad Mindfulness.
Desde Enero, comienzo con ilusión a trazar la temática y la programación de estos encuentros, ya que suponen unos días muy especiales para los participantes.
Este año, me ha acompañado un gran profesional de la fisioterapia y he aprovechado este privilegio, para trabajar la liberación de las emociones a través del movimiento.
Desde hace años, trabajo la conciencia de las emociones, el impacto en nuestro cuerpo y la liberación a través de la meditación, pero siempre me gusta dar claves de trabajo conductual extra, que aporte a mis alumnos un método para trabajarse la gestión de las emociones como es : el ejercicio físico, el conectar con la naturaleza o escribir en un diario.
Sin embargo este año, hemos dado un paso muy grande hacia adelante. La ciencia avanza rápidamente en este sentido y ya se conocen determinadas técnicas de liberación o regulación emocional a través de movimientos conscientes que ayudan a estar con las emociones y poder regularlas físicamente.
El cuerpo manda mucha más información a la mente que la mente manda al cuerpo, y desde esta premisa, movilizar nuestro cuerpo, nos puede ayudar a esa regulación emocional para evitar sobrecargas musculares o fascitis por la acumulación de las emociones.
Las emociones tienen un gran impacto en nuestro cuerpo y un trabajo profundo, que nos inste a vivir cada una de las emociones básicas, nos da la posibilidad de introducir estas técnicas de movimiento consciente para su regulación.
En este retiro maravilloso que hemos hecho, hicimos justo esto. Talleres profundos de trabajo en respiración consciente y regulación a través del movimiento que no nos ha dejado a ninguno indiferentes.
Además, hemos vivido experiencias personales inmensas, diversión, contacto con el mar y la montaña y una compañera de viaje que ha sido la lluvia y que nos ha recolocado en cada una de nuestras expectativas para este viaje.
Un fin de semana que jamás olvidaremos y que me deja claro, que los retiros son espacios increíbles y necesarios para hacer una desconexión del ruido que nos rodea y una conexión profunda con nuestras necesidades presentes.
Las personas necesitamos alejarnos de todo, y aunque estemos rodeados de gente, encontrar un espacio de individualidad para poder sentir lo que nuestro presente demanda de nosotros. La vida que llevamos no nos permite estar conectados internamente y el mundo del hacer, se come al del ser. Estas 47 personas que hemos vivido esta experiencia, hemos sido, en nuestra esencia, en nuestra mejor de las versiones y sobre todo, hemos disfrutado muchísimo.
Tomando conciencia, viviendo en coherencia