¿Cuántas veces nos hemos refugiado en el sabor cálido de unas croquetas tras un día estresante? Comer puede ser un acto de placer y disfrute, pero cuando lo hacemos de forma automática, buscando consuelo emocional, perdemos la conexión con nuestras verdaderas necesidades. El mindfulness nos invita a disfrutar cada bocado con plena conciencia, sintiendo el aroma, la textura y el sabor, sin dejar que nuestras emociones tomen el control. La próxima vez que disfrutes de unas croquetas, pregúntate: ¿estoy comiendo por hambre física o por algo más profundo?