Esta semana necesito hablar de la humanidad.

Desde que trabajo en contacto con el sufrimiento, a través de mi entrenamiento en compasión, me hago consciente de lo equivocados que estamos como especie.

Todos vivimos la vida, buscando un estado de felicidad teórica que no existe y guardamos a buen recaudo, una mochila pesada, invisible a los ojos de los demás, llena de traumas, decepciones, autoexigencias y sensaciones horribles de no ser merecedores de que nos pasen cosas buenas.

Todo heredado de nuestra infancia, de nuestra necesidad de aprobación externa y con unos niveles de dolor que me parten el alma.

Tomar conciencia de esto no nos ha de poner triste, nos ha de poner las pilas porque cada uno, desde su mundo, desde su historia, puede cambiar cosas.

Si te apetece explorar sobre esto, como siempre, puedes hacerlo a través del

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